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Las grandes celebraciones no gustaban a todo el mundo. El reino de Fironte se había llenado de gente venida de los otros tres reinos. La emoción era visible a distancia. Sin ninguna duda, el Día de la Separación era el más importante y el que, irónicamente, unía a los cuatro reinos para celebrar su creación. Pero como hemos dicho, no a todo el mundo le agradaba.
La princesa Alyna de Fironte miraba asqueada por la ventana. Para la mayoría significaba un día libre, sin trabajo, de diversión con la familia y amigos. En cambio, para Alyna significa protocolo, audiencias y aburrimiento. Encontrarse con todos los miembros de las casas reales y aguantar al príncipe de Tegram. Más que príncipe, Keren era un bufón y no hacía más que ponerse en evidencia cada vez que tenía oportunidad. Suspiró y se dio la vuelta. Se encaminó hacia la cama donde reposaba un vestido de tonos rojizos que simbolizaban el fuego de su tierra. Pues, si todas las leyendas eran ciertas, ella misma era descendiente del Caballero de Fuego, uno de los hijos del Rey Celestial, y tenía el mismo poder que él.
Se puso el vestido y espero pacientemente a que las doncellas que tenía a su servicio terminaran de peinarla. Las sirvientas contuvieron la respiración mientras Alyna observaba el resultado. La princesa era conocida por su severidad y no dudaba un segundo en echar a nadie a la calle si no estaba satisfecha con su trabajo. Para su alivio, la princesa asintió levemente y se levanto. Una vez preparada, salió en busca de sus padres.
Los encontró en el salón del trono, donde los reyes de Fironte estaban recibiendo a los monarcas de Aquolis. Los reyes del reino del agua solo tenían una hija de dos años así que Alyna no tenía porque tener una conversación con ella tal y como exigía el protocolo. Aun así se presentó con una reverencia ante los monarcas. Aquolis y Fironte tenían una relación meramente diplomática, así que la audiencia fue corta y se vio interrumpida por la llegada de la familia real de Tegram. Alyna puso los ojos en blanco al ver a Keren, que casi se cae por las escaleras al saludarla. Desde luego iba a ser un día muy duro.
Se acercaba la hora de la comida y la princesa de Fironte echaba de menos la presencia de Nico, el príncipe de Altiria, y de toda su familia. Nico y Alyna habían crecido juntos gracias a la alianza entre los dos reinos y era la persona que más conocía a Alyna. Sin embargo, desde hacía unos pocos años, cuando Nico empezó a prepararse para heredar el reino de su padre, perdieron un poco el contacto. Alyna estaba ansiosa por la llegada de Nico y de esa manera, librarse de Keren que se le había pegado como una lapa. Justo pensaba esto cuando, un emisario entro en la sala donde estaban todos reunidos y anunció la llegada de la familia real de Altiria. Los reyes entraron acompañados de su primogénito y de la princesa Lyla que debía tener alrededor de seis años si Alyna no recordaba mal. Nico hizo un gesto que solo la princesa de Fironte detectó indicándole que en seguida se acercaría a ella.
Una vez llevado a cabo todo el protocolo, todos los monarcas salieron en dirección al comedor, seguidos de sus hijos. Tanto Keren como Nico esperaron a Alyna pero esta se enhebró del brazo de Nico para disgusto del príncipe de Tegram, que puso cara de fastidio.
Solo Nico podía salvarla de una fiesta que a Alyna se le antojaba más aburrida de lo que en realidad iba a ser.
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